Experiencia Kundalini (II)

Beneficios del yoga y mi experiencia personal en la práctica de Kundalini yoga. Entre otras cosas.

miércoles, marzo 29, 2006

VAISAKHI

Mi interés por la India y sus costumbres es anterior a mi inicio en la práctica de yoga, aunque ninguna de las dos cosas tuvo relación en un principio. Si comencé a practicar yoga fue más por casualidad que por otra cosa. Como ya conté, mi primera intención fue hacer algo para desoxidarme. Quería hacer danza oriental (o danza del vientre) y mi segunda opción era el yoga. Luego me volví adicta al yoga, me apunté a una escuela, pero, creo que todo esto ya lo conté. En todo caso, sirve de introducción a lo que voy a contar.
He comentado en más de una ocasión mi amistad con una chica hindú, de religión Sikh, con la que he podido acercarme a la cultura y tradiciones del norte de la India. Entrar por primera vez en la Gurdwara y compartir el
langar con un montón de Sikhs (se celebraba en un polideportivo… ya podéis imaginar que era una reunión bastante concurrida) fue un acontecimiento para mi. Espero que no se me notara que lo miraba todo con ojos como platos.
Pues bien, este mes que viene estoy invitada de nuevo a acudir a
la Gurdwara para celebrar el nacimiento de uno de sus Gurus (Shri Guru Ravidass Maharaj jee) y, además, a participar en el día de Vaisakhi el próximo 15 de abril.
Esta celebración, aparte de ser un festival de la cosecha en la India y el comienzo del Año Nuevo hindú, también tiene un significado muy especial para los Sikhs, ya que se conmemora el nacimiento de la (orden o hermandad) Khalsa. En el año 1699, el décimo Guru, Guru Gobind Singh Jee, organizó la orden, convirtiendo a sus seguidores en “leones” (Singh significa “león”). Al hacerlo, eliminó las diferencias de casta y estableció que todos los seres humanos son iguales. Por otra parte, también dijo que, a partir de entonces no habría más Gurus físicos después de él, y que el Guru Granth Sahib, el libro sagrado de los Sikh, sería el único Guru. También en esa fecha fue martirizado otro Guru, Guru Arjan Das, por los gobernantes musulmanes, que lo tiraron dentro de un calderón con aceite hirviendo.
El festival de Vaisakhi se celebra en toda la India de diferentes maneras: En Bengala es Naba Barsha (Año Nuevo) y la gente se baña en el Río Ganges o cualquier otro río cercano. En Himachal Pradesh se celebra dos veces al año, en honor de la Diosa Jwalamukhi. En el Sur de la India indica el inicio del Año Nuevo Tamil y Tegulu. En el estado de Bihar se honra al Dios Sol, Surya, en un lugar llamado Surajpur-Baragaon. Para quien quiera ampliar información sobre estas celebraciones, y no le de pereza leer un largo texto en inglés, que pinche
aquí.
Ayer me regalaron mi segundo conjunto de
salwar kamizee (pantalones, casaca y pañuelo a juego que llevan las mujeres hindús), así que ya tengo uno para cada ocasión. Y dos buenas ocasiones para lucirlos.
Por supuesto, si a alguien le apetece pasarse por allí, para disfrutar del ambiente festivo, que no dude en venir.

¿Dónde? En Barcelona, en el barrio del Raval, c/ Hospital (esq. Riera Baixa), 15 de abril a partir de las 9 h. aprox.

Otro post en el que no hablo de yoga propiamente dicho. Lo cierto es que llevo días sin poder escribir, aunque no por falta de ganas sino de tiempo. Tenía algunas notas sobre los doshas, sobre la primavera y el yoga, pero que mejor forma de reanudar el blog que hablar de una festividad primaveral.
Para colmo mi anterior blog ha dejado de funcionar, así que tendré que trasladarme por el momento a este otro rinconcito del ciberespacio.

miércoles, marzo 15, 2006

YOGA Y “TRAPITOS”

Mi entrada de hoy nada tiene que ver, expresamente, con el yoga, pero sí tiene una ligerísima relación. Mi amiga de la India, con la que asistí por primera vez a la Gurdwara y con la que tengo largas conversaciones sobre la religión Sikh, el yoga y la India, me sorprendió ayer con un regalo inesperado. Envuelto en un alegre papel de colores me encontré con un traje a la usanza de su tierra, que sus tíos, que acababan de regresar de la India, habían traído para mí a petición suya. Allí la gente confecciona los vestidos escogiendo la tela y el modelo que les gusta en la costurera. Mi amiga, cuando va a su país, acostumbra a encargar unos cuantos, aunque su madre también sabe coser y algunos se los hace ella. Ya que tuvieron que escoger la talla a ojo, el vestido requería unos pocos arreglos pero estaba confeccionado de forma que pudiera ensancharse si era necesario. Había tela de sobras. Después de probármelo y comprobar que el pantalón me iba estupendamente (aunque son tan anchos que es difícil equivocarse con la talla) y que la casaca requería ser ensanchada de sisa, puse manos a la obra aguja en mano. La llamé al abrir el paquete, para darle las gracias, y lo primero que me dijo (con una risa) fue que no era para hacer yoga. El pantalón y el velo son en color fucsia a juego y el blusón de un precioso color azul. Ambas piezas con bordados muy vistosos. No sé cuándo lo voy a poder estrenar pero, evidentemente, de este verano no pasa. No voy a poder resistirme. Estoy pensando yo que voy a sacar el patrón del pantalón (que, por otra parte, no parece excesivamente complicado de hacer) para coserme uno en color blanco para ir a yoga… y ¿por qué no una preciosa casaca blanca a juego? Digo yo que practicar yoga no tiene porqué estar reñido con la moda. Al respecto de mi última frase, paseando con una amiga hace unos días, nos paramos en una tiendecilla de ropa porque nos habían llamado la atención unas camisas hindús (reconozco que tengo una debilidad por este tipo de prendas). Le comenté, enseñándole una camisa blanca de algodón, que podía comprármela para ir a yoga. Se me quedó mirando con cara rara y me dijo: “Si que vais arreglados a yoga. Donde yo vivo la gente va con un pantalón de chándal y una camiseta, y vas que tiras”. Y yo me repito: la moda no está reñida con la comodidad y, por supuesto… ¿por qué no vas a ir a yoga con ropa con la que, además de ir cómoda, te sientas guapa?

La foto es una solemne birria y creo que la cámara está ya para el desguace, pero en fin, como muestra de colores… creo que vale.

sábado, marzo 04, 2006

FRUSTRACIÓN

Cuando comencé a practicar yoga mi propósito era desentumecerme un poco. Me sentía oxidada y con la necesidad de hacer trabajar al cuerpo. Mi trabajo es sedentario y los únicos ejercicios que hago durante el día son subir y bajar escaleras y caminar. Darle a las teclas no cuenta, aunque sea un buen ejercicio para mantener los dedos ágiles. Después de cuatro meses practicando yoga comienzo a notar sus beneficios. Precisamente, a la salida de la clase de hoy, lo comentábamos R. y yo. Ella me decía que había descubierto que podía doblarse por la cintura y tocar el suelo con las manos, cosa que antes no conseguía. Y es así, poco a poco te sientes más suelta, más elástica, menos entumecida físicamente. Pero, por otra parte, y debido a uno de mis múltiples defectos (la impaciencia), me siento algunas veces frustrada. Porque yo quisiera… porque quisiera tocar con la frente la rodilla en ciertos ejercicios y no puedo llegar, por ejemplo. O aguantar más cuando hacemos ejercicios donde las abdominales tienen que actuar. El caso es que la culpa es mía porque el yoga, si algo tiene, es que no es competitivo. No compites con nadie, ni siquiera contigo misma. Te vas superando, cierto, poco a poco, milímetro a milímetro (porque muchas veces lo ganado es eso… un mísero milímetro) pero no tienes que batir ningún record ni hacerlo mejor que nadie. Tú marcas tu ritmo y lo que no debes hacer es forzarte. Si un ejercicio te supera, quizás es momento de deshacer suavemente la postura (las brusquedades pueden pagarse, y no sólo en yoga) y descansar. A veces, lo hago. Y no es que me esté rindiendo porque no puedo más. Es que el ejercicio es demasiado para mi y un respiro me ayuda a retomarlo con renovado vigor. Hoy hicimos dos ejercicios que me gustan mucho pero que, curiosamente, me resultan bastante dolorosos: ranas y sat-kriya. Las ranas siempre me producen agujetas (¿en el nervio ciático?) y eso que disfruto haciéndolas. Cuando hago sat-kriya, aunque intento mantener la postura correcta, igualmente me duele. Pero después me siento revitalizada y, a pesar del dolor del “mientras” me gusta el bienestar del “después”.

viernes, marzo 03, 2006

EL YOGA ES ALGO MÁS...

… que hacer ejercicios gimnásticos, aunque pueda parecerlo a simple vista. Mientras estás, por ejemplo, haciendo unas “ranas”, ejercitas tus piernas, tu espalda, tu abdomen. Pero trabajas también la coordinación de movimiento y respiración. Marcas el ritmo del ejercicio con tu respiración y, en algunos casos, recitando mentalmente el mantra “Sat nam” (Sat al inhalar, Nam al exhalar).Mi interés por el yoga me ha llevado a leer cosillas sobre el tema. No me considero, en absoluto, una persona espiritual y soy menos mística que una canica. Pero, desde mi punto de vista, muchas de las cosas de las que te habla el yoga, aunque tengan mucho que ver con la espiritualidad, tienen un principio tremendamente práctico. Por ejemplo, los cinco yamas, principios de conducta social que constituyen el primer limbo del yoga. Es decir, los primeros principios que deberíamos cumplir para que el yoga forme parte de nuestra vida de forma diaria.
- La no violencia (ahimsa). No sólo enseña a no causar daño a otra persona, sino que te incluye a ti mismo. Respetando la salud propia, cuidando la alimentación y evitando ejercicios que resulten nocivos, incluidas aquellas posturas de yoga o técnicas de respiración que resulten inadecuadas.
- La sinceridad (satya). Ser sincero requiere valor y deberíamos tratar de decir siempre la verdad. En caso de que hacerlo pueda herir a los demás, permanecer callados es la opción alternativa. Este yama también nos exige buscar en nuestro interior para encontrar la verdad sobre lo que somos. En este punto entraríamos en la aceptación de uno mismo y el reconocimiento de los defectos (y virtudes) propios.
- La honradez, no robar (asteya). Lo de “no robar” se refiere, de una forma bastante global, tanto al tiempo y la voluntad como a las posesiones de los demás. Incluso se puede aplicar a nosotros mismos.
- Moderación (brahmacarya). En cualquier cosa, a fin de tener un estilo de vida armónico. Muchas veces, como dice el libro del que estoy sacando esta información, se nos tienta a abusar. Pero nada en exceso es bueno, no resulta positivo, ni siquiera las posturas de yoga.
- No codicia (aparigraha). Tenemos lo que necesitamos y hacemos un uso prudente (y moderado) de ello sin codiciar. Esto, además de a la vida cotidiana, tiene una aplicación en clase de yoga bastante importante. No se trata de hacer mejor el ejercicio, sino de hacerlo conscientemente sin anticiparse a los resultados.
Hay un segundo limbo del yoga, el Niyama, que también consta de cinco principios, relacionados con la conducta personal. Los comento brevemente:
- Limpieza. Mantener sanos cuerpo y mente.
- Satisfacción. Actitud positiva hacia los aspectos de nuestra vida.
- Disciplina. Hacer lo que hay que hacer (por ejemplo, arreglar ese grifo, planchar la ropa, etc) y hacerlo con una sonrisa.
- Estudio de uno mismo. Desarrollo personal y el entendimiento de uno mismo.
- Devoción. Devoción a “lo supremo” que no tiene porque ser necesariamente de carácter religioso.
Hoy este artículo me ha salido un poquito místico, pero creo que los diez principios tienen una aplicación práctica en el día a día que, a lo mejor, ayuda a que nos sintamos un poco mejor. Yo lo intento, aunque reconozco que eso de la disciplina aún lo llevo fatal (y la ropa está aún por planchar).
Bibliografía consultada:
- YogaFlow. Despierta tu conciencia.
- Curiosidad: Una página (en inglés) sobre una clase de yoga en la India

jueves, marzo 02, 2006

ETIQUETA SOBRE LA COLCHONETA

Visitando la página de Kimberly Wilson (Hit Tranquil Chick), encontré un decálogo de consejos sobre el protocolo que sería recomendable que los que practicamos yoga siguiéramos. Le tomo prestados estos consejos, que he traducido del inglés y a los que he añadido algunas cosillas de mi cosecha:

  1. Evita llegar tarde. Llegar 10 minutos antes de que comience la clase te ayuda a desconectar y a prepararte. Puedes relajarte, hacer estiramientos, meditar…
  2. No comas antes de las clases. Antes, acostumbraba a ir a clase después de desayunar. Y algunas veces, me sentaba bastante mal. Practicar yoga con el estómago lleno te puede producir malestar, incluso nauseas o vómitos. Lo mejor es comer dos o tres horas antes de acudir a clase.
  3. Coméntale a tu profesor/a cualquier molestia, dolor o problema físico que tengas. Si tienes alguna molestia o te sientes cansada/o, quizá puedes saltarte algunas posturas o modificarlas.
  4. Crea una intención. Para ayudarte a enfocar, puede ser beneficioso dedicar tu práctica a algo o alguien. Incluso a ti misma.
  5. Olvida el móvil. Deja los problemas y el trabajo fuera de clase, donde debe reinar la paz y la armonía. Yo siempre conecto la alarma silenciosa, así al salir de clase puedo comprobar si tengo mensajes o llamadas pero el sonido del timbre no molesta a nadie.
  6. Respeta el silencio. Hablar en voz alta o conversar con otros compañeros puede romper la armonía de la clase. Siempre es más aconsejable dejar la charla para el vestuario.
  7. Si sudas mucho, trae una toalla para extender sobre la estera. Es recomendable llevar un pareo o mantita de algodón para tenderte. Es aconsejable acudir a clase limpia/o y libre de perfumes y otros olores que podrían distraer –o ofender- a los demás.
  8. Recoge y guarda lo que uses durante la clase (manta, cojín, etc) después de terminar.
  9. No entres tarde o te marches antes de que termine la clase. Eso puede distraer o desconcentrar al resto de los asistentes.
  10. Tómate tiempo para pensar sobre lo que hiciste en clase. Piensa en lo que aprendiste y revisa las posturas que practicaste. Como dice mi profesor, no juzgues, simplemente medita en ello.

Creo que todos estos consejos son bastante “de cajón”, pero nunca está de más comentarlos. ¿Añadiríais alguno más?

miércoles, marzo 01, 2006

¿POR QUÉ YOGA?

Comencé hace cuatro meses a practicar yoga. No sé porqué no comencé antes y las razones que me llevaron a iniciarme en esta disciplina no están claras. Fue, como me acostumbra a pasar, una de esas cosas que hago por impulso. Un día me levanté con la sensación de que tenía que hacer algo “físico” (en el sentido de actividad o ejercicio) y en cuestión de una semana había dado un repaso a todas las agendas de actividades de los centros cívicos cercanos a casa (3 en total) y de varias escuelas de danza del vientre y yoga. Una semana más tarde, un poco decepcionada porque yo quería apuntarme a danza del vientre y no había plazas, pagué el primer trimestre de yoga de mi vida. Cosa de la que, no sólo no me arrepiento, sino que estoy encantada de la vida de haber hecho.El yoga hay que practicarlo, explicar sus beneficios puede sonar a prospecto de medicamento para molestias de la menstruación. Una cosa es que te digan que es bueno y que te irá bien y otra muy distinta que te lo creas (o será que yo soy muy incrédula. No me lo creo). Pero os puedo explicar que es lo que yo saco en limpio de mis clases de yoga:
Mejorar mi humor. Si estoy de un humor de perros, mejora. Si ya estoy de buen humor, salgo a la calle como si fuera la protagonista de un anuncio de compresas que acaba de pasar por caja.
Darme elasticidad. No se trata de que de la noche a la mañana te conviertas en una de las contorsionistas del Circ du Soleil, pero poquito a poco vas notando que estás menos tiesa. Incluso que te sientas mejor y más recta delante de la pantalla del ordenador.
Enseñarme a respirar bien… y, por ende, a relajarme más fácilmente. De pronto descubres que tu forma de respirar hasta la fecha era un desastre. Que parte de culpa tenía de que hubieras padecido un ataque de ansiedad en el pasado. Llenar bien los pulmones y oxigenar el cuerpo no sólo te proporciona relajación sino energía. Todo depende del tipo de ejercicio y del momento. Que no es lo mismo la respiración larga y profunda que la respiración de fuego.Ayer tenía clase por la tarde-noche. Salí del trabajo y me encaminé a la escuela después de pasarme la tarde batallando con los números. La luz suave del vestíbulo, el calorcito de la calefacción, caminar descalza (o con calcetines) por la tarima de madera y el delicado perfume del sándalo flotando en el aire me desconectaron del bullicio de la calle que acaba de abandonar. La clase estaba en penumbra, silenciosa y perfumada por el incienso. Hicimos ejercicios suaves, y ejercicios muy energéticos que, personalmente, me dejaron entresudada y jadeante. Terminamos con una larga e intensa sat-kriya antes de tendernos bajo nuestras mantitas blancas a relajarnos. Y finalmente, concluimos la clase con un mantra que cantamos durante un periodo que, sencillamente, soy incapaz de decir cuanto rato duró. El yoga también tiene eso: si te concentras, pierdes totalmente la noción del tiempo.Cuando llegué a casa y saqué de la bolsa mi blusa blanca, con la que había practicado yoga un rato antes, me percaté de que no olía en lo más mínimo a sudor y que estaba completamente impregnada del suave olor a incienso de la sala.


Publicado en Experiencia Kundalini (I) el 27 de enero de 2006.